miércoles, 9 de diciembre de 2009

El caballo azul


Franz Marc Nació en Múnich, Alemania en 1880. Comenzó sus estudios en 1900, en la Academia de Bellas Artes de Múnich. Sus primeras creaciones fueron de estilo naturalista, pero en su viaje a París en 1903 descubre el impresionismo y, sobre todo, la obra de Vincent Van Gogh. En 1910, hizo amistad con los pintores August Macke y Wassily Kandinsky, con quienes fundó, junto a otros pintores, el movimiento artístico Der Blaue Reiter. Murió en una acción de guerra durante la Primera Guerra Mundial. Fue influenciado por el uso del color de Robert Delaunay. Cada vez se acercó más al futurismo y al cubismo. Su obra evolucionará con el tiempo hacia una mayor abstracción y sobriedad, hasta culminar en la abstracción expresiva. La parte de su obra más conocida son los retratos de animales. Estas obras se caracterizan por la brillantez de colores primarios, el cubismo, la simplicidad y un profundo sentido de la emoción. El tema es la fuerza vital de la naturaleza, el bien, la belleza y la verdad del animal que el autor no ve en el hombre, al cual no representa. Marc intenta representar el mundo tal como lo ve el animal, mediante la simplificación formal y cromática de las cosas. Usa cada color para denotar un significado: azul para la austeridad masculina y lo espiritual, amarillo para la alegría femenina, y el rojo para la violencia. Una de sus obras más importantes es “El caballo azul”, una obra de óleo sobre lienzo; realizado en el 1911 en Berlín. Tanto el caballo como el paisaje están resueltos a base de formas geométricas: cubos, cuadrados, triángulos y rombos, que contribuyen a la fusión formal de unos y otro. Es un ejemplo de los llamados "precubistas", fruto del viaje de Marc a París y su visión del cubismo en la vertiente lírica de Delauny. Los colores violentos acentúan la belleza y agresividad de los animales. En el cuadro se puede visualizar un monte con plantas de color verde fijadas en el suelo; fiables a la realidad y hojas de palmeras rojas y azules un tanto surrealista. En el centro de la composición se encuentra un esbelto caballo con la cabeza boca abajo en una actitud como si estuviera pensando. El cuerpo está claramente estilizado, y éste aparece sin herraduras en las patas. La cabeza, sustentada por un poderoso cuello, era alargada y de rasgos afilados, en ella destacaban los ojos negros que contrastaban con el resto de colores vivos. El autor quería reflejar la libertad; por eso plasma al caballo sin ataduras. El color predominante en la obra es el azul que representa la austeridad masculina y lo espiritual. Además tenía un gusto especial por pintar a animales.

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