miércoles, 9 de diciembre de 2009

La libertad guiando al pueblo


La libertad guiando al pueblo
La libertad guiando al pueblo es la primera obra de la pintura moderna. Pintado por Delacroix en el 1830. El tema de esta tela hace referencia a las 3 jornadas revolucionarias (27,28 y 29 de julio de 1830) que tuvieron lugar en París y que provocaron la caída del último rey francés de la familia de los Borbones y la coronación de Luis Felipe. La figura femenina que ondea la bandera tricolor simboliza la libertad y la misma Francia; como una diosa que guía a los ciudadanos hacia la victoria y la libertad. Aunque en un principio la intención del artista era propagandística, con el tiempo la obra fue adquiriendo un carácter más conmemorativo. El rey Luis Felipe lo adquirió, pero por lo incendiario del tema prefirió no mostrarlo al público. La composición del cuadro es claramente piramidal, presentando muchas coincidencias con La Balsa de Medusa de Géricault, obra en la que posiblemente se inspira. Argan ha señalado que al igual que en la balsa, «el plano de apoyo es inestable, construido con vigas inestables (la barricada), y de esta inestabilidad nace y se desarrolla in crescendo el movimiento de la composición» que acaba culminando en una persona que agita algo, en el caso de la balsa un harapo y en este una bandera. No obstante, este mismo autor señala que aunque hay similitudes, también hay diferencias, y así en mientras que en la obra de Géricault el movimiento es de delante hacia atrás, en la Libertad es todo lo contrario (hacia el espectador). Cuadros de Goya como La carga de los mamelucos o Los fusilamientos del 3 de mayo, parecen también haber influido en esta obra, por las asimetrías, las diagonales y los estallidos de color. En el cuadro aparecen jóvenes, adultos, clase obrera, burgueses y soldados defendiendo a la Libertad que, como ya se ha dicho, en este caso se identifica también con Francia y es representada como una mujer empuñando un fusil de la época (rasgo realista) y con el pecho al descubierto, hecho este último que escandalizó a críticos y a parte de la sociedad de la época. Entre los muertos del primer plano (abajo, a la derecha del espectador) aparecen también soldados leales a Carlos X. El personaje del sombrero es un burgués, en el que se autorretrata Delacroix a pesar de que no participó en los hechos. La figura de la Libertad (que recuerda a algunos la Venus de Milo y a otros la Victoria alada de Samotracia) porta dos símbolos revolucionarios: el gorro frigio y la bandera tricolor, que el nuevo régimen -a pesar de ser monárquico- adoptó nuevamente. En segundo plano, a la derecha del espectador, encontramos Notre-Dame de París, en una de cuyas torres ondea la bandera revolucionaria, quizás para afirmar el sometimiento de la iglesia, que había sido uno de los apoyos de la restauración borbónica.

1 comentario:

  1. la verdad es una de las pocas obras contemporaneas que me gustan y creo que has sabido reflejar perfectamente lo que es

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